En Junín, un hecho insólito generó gran conmoción: el alcalde del centro poblado de Napatí, Nelson Checari Valderrama, fue sometido a un castigo ancestral conocido como “chalanqueada”, luego de ser sorprendido en un acto de infidelidad.
La sanción fue aplicada por la comunidad nativa Aoiti, a la que el propio alcalde perteneció como dirigente antes de asumir el cargo municipal. De acuerdo con la denuncia, presentada por la pareja de la mujer involucrada, existían pruebas claras del engaño, incluyendo un video grabado por el mismo Checari, lo que desencadenó la intervención de las autoridades comunales.
El ritual de corrección consistió en despojarlo de sus prendas y aplicarle chicotazos con una planta típica de la región, en presencia de la población, como símbolo de vergüenza pública. Durante la sanción, se le escuchó decir:
“Como autoridad, no es todo fácil, hermanos”.

La comunidad, sin embargo, consideró que la sanción fue leve y que “la sacó barata”, pues las costumbres ancestrales contemplan castigos más severos en casos de faltas contra los valores familiares y colectivos.
La “chalanqueada” forma parte del derecho consuetudinario indígena, practicado en varias comunidades amazónicas como mecanismo de corrección social, con el objetivo de preservar la armonía y evitar la repetición de conductas consideradas inapropiadas.
El hecho ha generado un fuerte debate, ya que se trata de una autoridad política sancionada públicamente por quebrantar los principios comunitarios que alguna vez prometió defender.